Por: Christian González
No era un domingo normal en Bogotá, el 26 de febrero de 2017 debutaba en El Campín el primer equipo profesional femenino de Independiente Santa Fe. La ansiedad por verlas jugar la sentí igual a la que ya me tiene acostumbrado el equipo de hombres, pero con un ingrediente extra, pues también se cumplía parte de un sueño que tengo en torno a todo lo que significa el León, pues que Santa Fe tenga equipo profesional femenino demuestra que el fútbol es mucho más que "11 tipos corriendo detrás de un balón".
Pedaleando por la 26 rumbo a la cancha imaginaba como podría ser, pensaba que la lateral sur iba a estar alentando como lo hace con los muchachos, que la hora no iba a ser justificación para ver lo que más nos gusta y algo nuevo para todos, pues en 76 años de historia por primera vez un equipo de mujeres vestiría con orgullo, fiereza, entrega y carisma el escudo de nuestro amado Santa Fe, por eso y muchas cosas más que me vuelven romántico de esta pasión por momentos, sabía que no podía ser un día normal, un día cualquiera y así pensaba que los demás también podían llegar a sentirlo de esa manera.
Subiendo el puente de la 53 con 30, miré para el norte y vi con gran emoción mucha gente a las afueras del estadio, pensé que estarían como yo, llegando un poco tarde pero apurados por entrar rápido para poder ver el juego de las chicas. Sin embargo, la sorpresa fue mayor cuando casi corriendo por los alrededores del estadio, buscando mi puerta para entrar, observaba gente tranquila caminando, sin apuro, y muchos más sentados en el andén como esperando solo que llegara la una de la tarde para entrar a ver el equipo de Costas, dejando a un lado el equipo de Morales. En el momento no le presté mucha atención, pero cuando entré y le di un recorrido visual a todo el estadio, reaccioné y me di cuenta que los que se quedaron afuera quizá limitan sus sentimientos, apoyan "sin querer queriendo" manifestaciones de prepotencia o desvían toda la atención en una celebración que aún no llegaba, pues el cumpleaños de Santa Fe va el 28 de febrero y no antes, por más Dimayor, Nacional de Ciclismo de ruta o cualquier otra circunstancia que invite a festejar por anticipado.
Para mi fue más importante ver los dos equipos jugar en El Campín que luego salir a hacer la respectiva caminata anual que por temas ajenos a nuestra identidad se hace cuando toca y no cuando debe ser. La Guardia no se hizo sentir en el primer partido oficial del equipo femenino, algo que sin duda deja un mensaje provocador y de bastante indiferencia. ¿donde quedó lo de una sola hinchada? ¿es sólo para el equipo de hombres? donde quedó "nunca estarás solo León" "en la buena te sigo y en la mala nunca te voy a dejar". Fue triste ver esa tribuna vacía, como muchos nací ahí y aprendí precisamente a no ser pecho frio, espero que la excusa haya sido la hora y el festejo.
Los golazos de Leicy, Oriana y Paola se celebraron a rabiar en oriental y occidental, allí hubo una gran asistencia de hinchas que se conectaron con el equipo de las chicas, gracias al coraje que ponen en cada balón que disputan y cada acción colectiva que generan, demostrando que al final somos lo mismo y que jugando en equipo siempre el premio será compartido sin importar quien toque por última vez el balón antes de ingresar a la red, como sucedió en el sexto gol del equipo que marcó Oriana, luego de una linda jugada que terminó con la gran habilitación de Melissa para sentenciar una victoria histórica, de unas Leonas que seguramente pronto dejarán de ser "impopulares" para más de uno.
El fútbol no es solo para hombres, así como sentir amor por un club tampoco es para cualquiera, pues lo más hermoso siempre será verte jugar. Vamos las Leonas, La Nueva Historia continúa...