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Independiente Santa Fe: Escribiendo la Nueva Historia I

17.05.2013 12:51

 

Independiente Santa Fe: Escribiendo la Nueva Historia I

 

 

Por: Pedro Rojas Oliveros

@pmalasangre

 

*Este artículo es el primero de una seguidilla de tres, que recogen sólo algunas cosas que los amigos reunidos en El Equipo de Wilson, hemos identificado y decidido nombrar: La Nueva Historia.

 

Ver en el cielo la fina llovizna cayendo y jugando con los destellos de luz expedidos por las cuatro torres. Esa es la imagen que más recurre a mi cabeza cuando pienso en mis primeras asistencias al estadio. El frío en cambio, grueso, haciendo añicos las prendas de los pocos espectadores que, valientes, se animaban a desafiar la lluvia, el frío, la noche, los resultados, todo por ver al Expreso querido.

 

Hinchas fieles hay de todo tipo, y todas las edades. Algunos tuvieron la fortuna de adornar sus asistencias al Campín con los títulos del setenta, los pasos de Monaguillo en la grama, Rambo Sosa, Tren Valencia, Pacho Witingan… a otros, más recientes (por no decir que jóvenes) nos tocó otra historia. Unos difíciles noventas en los que nuestros mayores orgullos fueron aquellas destacadas presentaciones del equipo en las copas internacionales (los subcampeonatos de la Conmebol en el 96 y la Merconorte en el 99).

 

Me visitan ahora otros recuerdos, más crueles (por decir lo menos). Campañas flojas, una localía desafiada por muchos visitantes, poca inversión, pocas asistencias (“los cinco mil de siempre”) y, lo voy a decir bien clarito, muchos troncos (aunque algunos de buena madera) que se pusieron la albi-roja para darnos más rabias que alegrías (yo personalmente recuerdo a Leonel Líberman, Plutarco Quiñónez, Ceferino Peña, Edilberto Salazar, Luis García…). Como dicen por ahí “no todo son pérdidas”. Claro que no. Ante una situación general complicada (¿recuerdan cuando nos sacaron de la sede de la 30 con 63?) y unas campañas apenas aceptables, el ocaso de los noventa y el inicio del nuevo milenio nos trajo una seguidilla de ídolos que le pusieron frente a la situación y nos arrancaron sonrisas e ilusiones, otra vez. El inmenso Julio y el siempre amado Léider Calimenio son los que seguramente recordamos con mayor facilidad. Además, la constante apuesta por las fuerzas básicas significó para El León la continuidad de una identidad donde el jugador canterano, bogotano (o, claro, del Pacífico) era fundamental: el campeón de América Iván López (¿qué será de la vida de López), Pepe Portocarrero, Mauricio Matallana, Luis Moreno Murillo (“El Moro”), Francisco Delgado, Pablo Pachón, Edgar Ramos… en fin, una buena lista de valores nuestros, con un sello característico (seguro ahora se me olvidan un montón, esos de los que usted se acuerda, esos también). Como dicen por ahí, la espera sólo nos hizo nos hizo más fuertes.

 

Mucho se habla hoy día de Independiente Santa Fe en los medios de comunicación y en las calles. Más allá de la séptima estrella (tan hermosa, tan brillante, tan surreal), la importantísima participación en las ediciones de 2010 y 2011 en la Sura y la de este año en Copa y tantos logros deportivos que hemos obtenido, el equipo se ha convertido en un referente de lo que es un proceso serio y de largo aliento que trasciende la identidad de juego para crear una donde jugadores, hinchas, directivos y allegados al equipo nos sentimos con total identificación. Hoy día Santa Fe aparece en las agendas de todos, muchos aplauden sus logros, apuestas y retos mientras otros se comen los codos (o las calvas) de la envidia. Esas reacciones son normales, Santa Fe empieza a escribir su Nueva Historia.

 

Seamos sinceros. Aunque nos estábamos comiendo las uñas en las tribunas y el tiempo corría cual Usain Bolt (que terrible es no poder ver el tiempo de juego en el tablero, tonto asunto ese de no poder encenderla por cuestiones de “mercado”), tampoco es que Gremio nos inquietara mucho. No hicimos el mejor trabajo defensivo (Valdés se equivocó mucho, Marino titubea, crece con los partidos, pero titubea) pero no nos inquietaron (ojo que anoche Gremio además de su juego feo, su manera de pegar para interrumpir y todo eso, vino a jugarnos con mucho respeto, temiendo nuestro poder ofensivo), sus opciones de gol se debieron más a imprecisiones de nuestros Leones que a virtudes del jogo bonito). Pese a eso, pese a que lo sabíamos, moríamos de nervios, el ambiente empezaba a hacerse tenso, llegábamos torpemente y Dida se convertía en figurón. Uñas, cigarrillos, madrazos, saltos, cantos, “todas las formas de lucha” contra los nervios y la ansiedad coparon el coloso de la 57. Eso se sentía, como también se sintió que soñamos fuerte, muy fuerte.

 

“A los hinchas de Santa Fe les digo que así como hace unos años les saqué unas lágrimas de tristeza, ahora vengo a sacárselas de alegría” dijo Wilder Andrés Medina cuando a mitad del segundo semestre de 2012 conocimos que él venía como refuerzo. Ahora creo que a los santafereños nos importaba un bledo el pasado (en ese entonces presente) de Wilder y su asunto con el consumo de marihuana y cocaína. Lo que nos martirizaba realmente era recordar ese zapatazo que rompió el arco sur de El Campín y, de paso, nuestros corazones en diciembre de 2010. Goleador si, profeta también. Anoche no aguanté, un par de lágrimas (y digo que sólo dos para dármelas de valiente) se escaparon de mis ojos cuando el León #11 finiquitó con técnica, fuerza y magia una jugada antecedida por, cosas del destino, 11 toques. Además de gritar como loco, estrujar a mi novia con un abrazo de amor, alegría y rabia, recordé esas palabras de Wilder. Wilder querido.

 

Hoy, 17 de mayo, Santa Fe está entre los ocho mejores de Colombia (de hecho es el mejor, no sólo por puntos, sino por fútbol) y entre los ocho mejores de América. Gozamos, por decir lo menos, de buena salud, mojamos prensa, salimos sonrientes del Campín, vestimos con orgullo nuestras prendas, hacemos de Bogotá el distrito Cardenal, escribimos la Nueva Historia. Pero ojo, tenemos que escribirla todos los días y no sólo en la cancha, con buen fútbol, goles, puntos y campeonatos. Como hinchas tenemos parte vital en todo esto: Santa Fe necesita de nuestro apoyo TODO EL TIEMPO, incondicionalmente. Como dice la canción: los partidos no se ganan sólo en la cancha sino en los tablones, pues bueno, la Nueva Historia no sólo se escribe en la cancha, también en nuestra manera de ser santafereños y expresarlo. Tradición y Distinción, que llaman. Parte fundamental de eso es tener nuestros pies bien puestos sobre la tierra, conocer muy bien lo que se nos viene: el partido más importante de nuestras vidas debe ser, siempre, el que estamos jugando.

 

Felicitaciones Leones, felicitaciones Leonas. Levanten las copas y vamos a brindar por el Rojo Bogotano.

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Especiales felicitaciones a los organizadores de #LaFiestaDeTodos, cualquier palabra que diga se queda pequeña para lo que nos hicieron sentir anoche en el Campín. Lo mejor, es que todos participamos. La discusión no es quién tiene mayor hinchada o la bandera más grande, sino cómo alienta esa hinchada y qué decimos con nuestros estandartes.