Cinco centavitos de "felicidad"

Por: Christian González
El progreso de un jugador de fútbol desde que es canterano pasa por ir superando obstáculos y demostrando que puede ser útil en categorías o equipos más exigentes. Sin duda, el sueño de todos los jugadores de un país es salir del mismo para una liga extranjera de nombre, donde tendrán la posibilidad de demostrar su evolución como jugadores, pues jugar en otro país exige mucho más al tener que adaptarse a otras costumbres.
El espíritu de un jugador de fútbol debe ser nómada para cruzar fronteras con el balón y no para buscar comodidad económica. Además es claro que jugadores de clubes importantes no ganan un salario mínimo o padecen por no tener dinero para pagar el recibo de la luz, o el colegio de sus hijos, para que con esto puedan justificar que dejan un equipo porque el siguiente les pagará mucho más.
Cuando el sueño de un niño se hace realidad "jugar en el equipo del cual es hincha" imagino que la felicidad es infinita, más si logra convertirse en ídolo consiguiendo títulos allí. Lo más bonito para él, sería dejar su amado equipo para salir del país y jugar en equipos de nombre que le darán mayor reconocimiento en lo deportivo y sin duda en lo económico (que para este caso sería menos relevante que asumir el reto de jugar en otra liga totalmente distinta a la que está acostumbrado).
Lo anterior parece más una utopía que la realidad, pues recientes comportamientos de ídolos (que pasan de ser solo jugadores de fútbol para convertirse en casi una figura ligada al escudo, colores y sentir del equipo) han desechado cualquier tipo de romanticismo que pueda existir, pues las monedas se sobreponen al hecho de seguir vistiendo la camiseta del equipo de sus "amores".
Aunque lo de Daniel Torres y Camilo Vargas haya tenido un extraño desarrollo en su negociación (en los dos casos hubo falsos comunicados por parte del club, negociación nuevamente en disputa de un título, casi toda la pretemporada hecha en Santa Fe y declaraciones de las dos partes que generaron más dudas que certezas), hay acciones de diferentes colegas de ellos, incluso en el mismo Santa Fe que han demostrado que aún es posible vivir el fútbol en la cancha con el sentir de un hincha que está en la tribuna. Todo esto quizá a partir del mismo carácter que imponen los jugadores, pues al final ellos son quienes deciden que colores defender.
Mientras que, nuestros jugadores hechos y formados en la cantera del club se marchan diciendo esto:
Daniel Torres: "Tal vez la hinchada no lo entienda, creen que todo se mueve por dinero, y de alguna manera todo el dinero se queda en el club (...) En el equipo le dimos la prioridad a Dios quien nos levanto y nos regalo victorias, titulos, prestigio y me parece que mi ciclo en Santa Fe esta cerrado" (depronto su ciclo si había terminado pero no para ir a jugar al DIM)
Algunos responden así ante una situación similar...
“No jugaría nunca en un equipo rival del mío, no lo haría en Boca, como tampoco en Atlético Mineiro ahora que estoy en Cruzeiro (...) es una elección personal y no pretendo que todos lo hagan. Tengo un compromiso y pasar de un club en donde me quieren y estoy identificado al otro sería una traición” Juan Pablo Sorín.
"He escuchado comentarios que no me gustaron y me pusieron mal, porque nunca traicionaría al club para irme a Nacional. A mí la plata no me va a modificar la convicción. Quiero que estén tranquilos, ahora o más adelante no iré a Nacional. Esto se trata de amor propio y sentido de pertenencia por la institución, estoy muy satisfecho en el Medellín por lo que me dio y me va a seguir dando". Germán Ezequiel Cano.
Soy hincha de Santa Fe y si hubiera sido jugador profesional jugando aquí (ídolo), nunca dejaría el club por otro de Colombia. Orgullo, carácter y fútbol para cruzar fronteras, lo más bonito al lado del balón.
No soy desagradecido por lo que nos dieron Camilo y Daniel, solo son reflexiones de despedida a quienes se cansaron de dejar todo por la camiseta de Santa Fe por cinco centavitos de "felicidad".
Darío y Sebastián tendrán ahora su oportunidad para seguir cumpliendo un sueño y ojalá ni dios ni nadie cambie su sentimiento por el dinero.
¡Amén!